Desde la propuesta y aprobación de la LOMCE, hasta hoy, ¿qué ha
cambiado?
La aplicación de la reforma continúa con nuevos
recortes, subidas de tasas al estudio, y empeoramiento de condiciones
laborales del profesorado, aumentos de ratio, falta de presupuesto y
de una política clara sobre ayudas al estudio, becas o ayudas a los
desfavorecidos.
Condiciones alarmantes de las instalaciones
escolares, edificios y mobiliario obsoletos en algunos casos,
tercermundistas e inadaptados a las nuevas metodologías que ya
podría usar el profesorado, en otros.
Se ha conseguido desprestigiar la educación pública, a sus
profesionales, mientras que se favorecen la selección cultural y la
segregación social, con fondos públicos para negocios privados.
La crisis económica que persiste y cuestiona el
modelo, se combate desde el gobierno, con la persistencia sin
escrúpulos y sin consenso, de políticas que no buscan la formación
integral del individuo y que solo favorecen a intereses ajenos a la
persona y más cercanos a intereses economicistas.
El consenso entorno a la necesidad de una
proyección humanista de la educación, a su construcción desde la
lógica del individuo y no desde la interesada del estado, sigue
siendo un clamor social.
¿Cuánto tiempo más se puede soportar el efecto
combinado de la crisis económica y el enfrentamiento ideológico? O
por separado, es igual. Ambas incógnitas se han mostrado hasta la
fecha irresolubles, incapaces de igualar la fórmula.
Quizás sea la hora de cambiar la fórmula, o
mejor de eliminarla. De poner a la EDUCACIÓN, en contexto diferente,
de blindarla, de darse cuenta que está por encima de los intereses
personales, partidistas, económicos, o ideológicos, de conferirle
el estatus que le corresponde, de darse cuenta que el destino de las
naciones no se rige por sus gobernantes o por los intereses que
representan, se rige y se regirá siempre por las personas que lo
sustentan.
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